Fecha: 03/07/2006
Categoría: Literatura
Por Hugo Müller
El presente trabajo intentará evaluar la aplicación de un modelo que responde a la teoría funcional (el de Hodge y Kress), según la cual los procesos sociales confluyen y se manifiestan en las formas lingüisticas de diversas maneras, al discurso religioso del reverendo Moon.
El lenguaje, de acuerdo a este perspectiva, puede ser interpretado como un potencial, un terreno en el cual el hablante/oyente dispone de una variedad de formas para poder significar un mismo significado potencial regulado por factores determinados por las relaciones de poder. Una vez que un hablante ha producido un enunciado, mediante el análisis crítico de su discurso, se podrá revelar entonces, lo que pudo haber dicho pero no dijo, más precisamente, aquello que estará directamente vinculado con las normas sociales subyacentes al enunciado.
En una segunda parte me propondré como objetivo fundamentar el análisis efectuado en la primera desde dos perspectivas. Por un lado, intentaré justificar los conceptos y las categorías utilizadas en su desarrollo mostrando explícitamente las causas que conducen al discurso de Moon a emplear determinadas formas lingüísticas en las que me he basado para postular las relaciones que se establecen entre su discurso y su recepción en los periódicos (y entre las diferentes estrategias empleadas por cada medio periodístico). Por otro lado, con el propósito de brindarle un marco teórico más amplio al trabajo, consideraré la inserción del discurso de Moon en la opinión pública, teniendo en cuenta las diversas maniobras que emplea para acomodarse con los sectores de poder y su modo de acercamiento para sumar acólitos a la secta.
El discurso escogido, para comprobar el alcance y las posibilidades de establecer correspondencias que poseen las pautas y reglas desarrolladas por los analistas mencionados, será el pronunciado por el controvertido reverendo Moon en la presentación en la Argentina del nuevo semanario «Tiempos del Mundo», financiado por su Iglesia de Reunificación. Partiendo del presupuesto de que el discurso del reverendo posee la capacidad de captar las voluntades de los individuos hasta lograr la manipulación de sus conductas (por lo menos, las de sus fieles) se podría postular que estamos ante un caso extremo de distorsión de los significados subyacentes. Rastrearé en su discurso cuáles son aquéllos significados ocultos por las transformaciones sintácticas por un lado, y qué repercusión pudo haber tenido en tres periódicos de la Capital Federal lo expresado por Moon, qué tratamiento recibió la presentación de su semanario en Clarín, Nación y Página 12.
El semanario se ha presentado en la sociedad con una solicitada en la cual defiende al reverendo Moon de las acusaciones (representadas por un artículo publicado en el diario «La Nación») a las que he hecho referencia. Paso a analizar parte de su contenido (que «La Nación» decidió no publicar) tomando en cuenta conceptos que propone Teun Van Dijk a la hora de revisar el contenido ideológico de los discursos. El predominio de tranformaciones a pasiva y nominalizaciones se percibe desde la introducción de la solicitada. La auto-presentación positiva parte de un reconocimiento manifestado por una oración que plantea una generalización tendiente a crear un efecto de verdad en los temas que se van a plantear («Un saludable escepticismo hacia las cosas nuevas es una buena cualidad»). Desde este instante se plantea la dicotomía Nosotros (los que defendemos las actividades de Moon) / Ellos (los que la atacan).
Intentaré analizar el discurso localizando las contradicciones estructurales que operan en su práctica, en beneficio de los intereses u objetivo del mismo. Gran parte del carácter ideológico del discurso, de acuerdo a los postulados de una lingüística crítica, consiste en las pautas sistemáticas de clasificación de los procesos y los participantes involucrados, el rol que se les asigna a las categorías de agente y de interacción. El discurso a estudiar es un discurso resistido por los medios de comunicación, ya que en el mismo pueden reflejarse con claridad los mecanismos que ellos mismos emplean de una manera más sutil. Por dicha razón, propongo al discurso del reverendo como un caso extremo de los discursos dominantes por la sencilla razón de que opera con mecanismos semejantes en lo que respecta a la distorsión de los significados. Sus propósitos y sus estrategias no difieren de otros discursos dominantes sino en un efecto estilístico determinado que apunta a referirse a los temas que trata con una mayor crudeza, sin practicar las transformaciones más exhaustivas y complejas que emplean los discursos de las editoriales de los diarios a analizar. Algunos de esos mecanismos son constituidos por las estrategias apropiadas que implementa para consolidar la organización que lo configura (la iglesia de Unificación) y para manipular la conducta de las personas y mantenerlas en papeles y estatutos económicamente convenientes. Con respecto a la resistencia que suscita en los diferentes periódicos el discurso de Moon, más allá de la posibilidad de que el mismo pueda reflejar dispositivos discursivos que la prensa emplea de un modo más solapado, basta como fundamentación de dicha resistencia, por lo menos en los casos de «La Nación» y «Clarín», la manifiesta pertenencia y adscripción de estos periódicos a los valores que sustenta la doctrina de la Iglesia Católica, competidora de la secta en el campo de los creyentes-consumidores. La demostración de la utilización de rasgos similares en procesos presentes en la modalidad, la gramática de la transitividad, las transformacines sintácticas y la clasificación de eventos la haré por medio de la siguiente equiparación entre los procedimientos implementados en el discurso de la solicitada de «Tiempos del Mundo» y la denuncia que realiza Página 12, (precisamente el diario que, por su postura política distinta a la de los otros periódicos, hipotéticamente debería distinguirse en los mecanismos de transformación que emplea mucho más que los otros dos diarios) sobre «Qué hay detrás de Tiempos del Mundo». Solicitada de Tiempos del Mundo: 20 cláusulas transactivas – 8 no transactivas – 13 ecuativas y 1 atributiva. Denuncia de Página 12 (donde se manifiesta la posición ideológica de la Editorial): 37 cláusulas transactivas – 19 no transactivas -14 ecuativas. Si bien difiere por un escaso márgen el porcentaje con el cual en cada discurso predomina la transactividad (alrededor del 50% en ambos discursos), en los dos se manifiesta un profuso empleo de cláusulas ecuativas. Tratándose de una solicitada se justifica en el caso de Tiempos del Mundo si consideramos que la editorial de un diario es el lugar en donde el papel ideológico del mismo se expresa de un modo más directo y explícito. Con respecto a este punto, es cierto que la orientación ideológica subyace en todas las secciones de un periódico (de manera singular en las páginas de chistes), pero estará reflejada en la sección deportiva o de espectáculos por ejemplo, de un modo más oculto que en la página editorial. Mas en el caso de Página 12 las ecuativas conllevan la función extra de atribuir determinados cargos a los responsables de la edición del nuevo Semanario, así como en la solicitada se procura desmentir determinadas acusaciones. Considero que la construcción de un esquema parecido de acuerdo a este modelo (divergentes, por razones estructurales debidas a que una, la de Página 12 constituye un relato y la otra un alegato en defensa de un individuo, sólo en la preeminencia de claúsulas no transactivas en la denuncia de Página 12 con respecto a la de las ecuativas en la solicitada) no alcanzaría aún para reflejar la instrumentación de mecanismos similares para transformar los significados subyacentes. El hecho de que también es posible hallar analogías en determinadas transformaciones lingüísticas que derivan en efectos similares en ambos discursos ya puede postularse como un indicio de la instauración de estrategias semejantes para distorsionar significados. Me estoy refiriendo principalmente a la desaparición de los actores o a la inversión del orden actor-afectado en las cláusulas accionales y ecuativas de ambos discursos que puedan comprometer en un caso la supuesta «inocencia» de Moon («…fue una descuidada difamación que incluye tráfico ilegal de armas…», «…las actividades del Reverendo Moon son vigiladas por mucha gente y agencias del gobierno…») y en el otro la veracidad de lo que se está denunciando («…Sanchez es considerado un halcón de la política de Ronald Reagan en América Latina…», «…en abierta violación de las garantías de independencia, otorgadas en su momento por los propietarios…»). Asimismo, las incorporaciones de negaciones en ambos discursos funcionan expresando de modo implícito acciones positivas de desconocimiento o duda (en el caso de la solicitada, «…si estuvieran comprometidas en el tráfico ilegal de armas seguramente habrían algunos procesamientos dictados, lo que no es el caso…»; y de esta manera las implementa la nota de Página 12, «…el folleto de relaciones públicas del Washington Times no admite quién es el dueño del diario…», «…pero no hay pruebas de que Tong II era propiedad de la Iglesia de Unificación…»).
Luego de examinar su discurso desde la perspectiva de Hodge y Kress procuraré asignarle una debida coherencia al texto que me permita evaluar las estrategias macrotextuales empleadas en el mismo. Finalmente, intentaré relacionarlo con otros discursos dominantes que circulan en la sociedad (en este sentido, el rechazo de los medios, estigmatizado por la sucesión de solicitadas y reclamos de explicaciones entre «Tiempos del Mundo» y «La Nación», no revela más que una disputa de poder entre dos discursos dominantes) para luego reflejar la reacción particular en los marcos de recepción, tratando de definir la estrategia de lectura y el discurso propio de cada uno de los periódicos. De un total de 112 cláusulas registradas, dentro de la compleja sintaxis que emplea el reverendo, predominan las no transactivas claramente, alcanzan más del 45% del total. Los procesos relacionales, en su mayoría ecuativas (29 en total), se aproximan al 35%. El 20% restante lo conforman las claúsulas transactivas. Por su parte, los procesos mentales prevalecen sobre los físicos llegando a abarcar alrededor del 65% de las cláusulas accionales. Se puede afirmar que el modelo del discurso es no transactivo, con una alta aparición de cláusulas relacionales ecuativas. Hodge y Kress postulan que en un modelo de este tipo resulta imposible la distinción entre el actor-causante y el afectado, entre el principio y el fin de la unidad causal. Esta indeterminación de la causalidad en los modelos no transactivos provoca que los eventos aparezcan como más inmediatos y palpables, casi indiscutibles, focalizando los elementos como lo hace el aparato perceptual. En este caso, además de cumplir esa función general de presentar los eventos y los hechos como verdades inapelables, la no transactividad opera como un elemento que no cuestiona la autoridad y el poder del hablante, que está basada en un saber superior al que no pueden acceder los oyentes. El empleo de la tercera persona del singular no transactiva para referirse a sí mismo (que predomina en el discurso por sobre la ocurrencia de la primera persona del singular y del plural) le posibilita al ideólogo mistificar las bases de su autoridad. Es ésta más que la apelación a la razón, la invocada como legitimación de lo dicho. La utilización directa en algunos tramos del discurso del modo imperativo («…Por donde quiera que vayan, expandan el mensaje del Reverendo Moon…») muestra el nivel de irreductibilidad en donde se posiciona la relación de poder. El sistema de modalidad utilizado reduce la posibilidad de que surjan interpretaciones ambiguas. El elevado porcentaje de aserciones y postulaciones ecuativas (utilizadas para mostrar lo dicho como verdades universales) lo demuestra. Asimismo, los deber aparecen desambiguados y con una clara coerción de obediencia («…pero de ahora en adelante, deben darle valor…») mientras los saber poseen en el discurso una doble funcionalidad: distinguen y precisan por un lado los argumentos de Moon como irrebatibles simplemente porque son invocados por él, e, inversamente, mediante transformaciones de negación (que rondan el 15% de la totalidad de las cláusulas) delimitan un saber falso o inexistente tanto de sus oyentes como de los ideólogos de los discursos que lo combaten. El alto porcentaje de transformaciones a cláusulas interrogativas (más del 20% del total) combinadas con negaciones revelan un mecanismo que provoca un efecto modal en el cual la ideología aparece completa con su propia negación, en un conjunto contradictorio de versiones de procesos de la realidad cuya funcionalidad es manipular la orientación del oyente hacia las claúsulas relacionales, en donde la reclasificación del problemático pero incuestionado modelo de la realidad es recuperado para sus propósitos ideológicos. La dimensión de poder se mantiene constante durante todo el discurso en el que no aparece la de la solidaridad, siempre está entablada la relación de desigualdad entre el valor de lo expresado por el hablante y lo que puedan aducir los oyentes. La construcción de una verdad, garantizada por provenir de la autoridad del hablante, está vinculada al poder que invoca el ideólogo de demostrarla, reclamándola por entero para que no pueda ser puesta en riesgo. En el mundo de la religión, los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, ajenos a las condiciones de vida terrenales. La apelación del reverendo a cuestiones que puedan ser clasificadas como sórdidas o escabrosas tiene como objetivo desmitificar ese presupuesto del mundo de la religión, invirtiendo concepciones sociales de la realidad enraizadas en el imaginario social por los discursos de las instituciones religiosas hegemónicas (me refiero a las tres grandes religiones monoteístas: el catolicismo, el judaísmo y el islam). En conclusión, las transformaciones y la gramática de modalidad que emplea el reverendo están al servicio de su pretensión de desafiar posiciones ideológicas socialmente establecidas sobre temas controvertidos (entre ellos, el que más obsesiona a Moon es la posesión de los órganos sexuales) desde una dimensión de poder que le permita cuestionarlas a partir de su supuesta superioridad moral. La crítica a los valores establecidos de la cultura norteamericana revela la verdadera contienda entre discursos rivales, pero no antagónicos en lo que respecta a sus objetivos, dirimir quién posee mayor autoridad moral. El empleo exhaustivo de estructuras sintácticas recursivas y subordinadas obedece a la pretensión de colocar el peso del discurso sobre los procesos mentales. La preponderancia de estos procesos mentales en el discurso de Moon produce el efecto de aumentar la capacidad persuasiva del mismo. Si se acepta que la concepción del mundo está determinada por el lenguaje en mayor medida que por la experiencia personal (los principios de la Lingüística Crítica, al pretender construir una nueva gramática funcional de la que pueda dilucidarse una concepción libre del mundo, no coincidirían con esta última suposición), al ser el lenguaje el medio a través del cual resulta posible convalidar la transformación del ser humano en distintos tipos de consumidores, un discurso como el de Moon tenderá a explotar los nichos que se producen en el mercado de las religiones para transportar a su abrevadero a nuevos creyentes-consumidores apelando a la relación de poder que establecen sus dispositivos discursivos. La concentración de la mente en verdades que se presentan como irreversibles le confiere a la ideología de la iglesia de Unificación una única dirección posible de pensamiento. Esta es la razón por la cual postulo que el discurso que sostenga una ideología de este tipo debe apelar a recursos extremos, a estrategias que son catalogadas por los discursos adversos como «lavados de cerebro», pero que no son más que un procedimiento más de utilización del lenguaje. Cierto es que despojado de pruritos y potenciada la distorsión de los significados subyacentes, que en este caso confluyen hacia la instauración y el mantenimiento de una sencilla jerarquía de poder en su iglesia: Moon equivale a Dios, tal es su poder, mostrado en la propia superación de la muerte en una nada despreciable cantidad que excede el centenar de ocasiones (Cristo sólo lo pudo lograr una vez), el resto no son más que creyentes que constatan su poder. Otra diferencia que distingue al discurso de Moon de los discursos con los cuales confronta es la ausencia de estrategias de atenuación en los niveles de descripción semántica, manifestada en el nivel de explicitación que ostenta el léxico escogido y el examen de los detalles íntegros en los aspectos de las realidades que se intentan representar (se destaca especialmente en los temas considerados inconvenientes en los medios de prensa, por el pudor que pueden suscitar en los oyentes). El discurso de Moon practica una selección «particular y lícita» dentro de la gama de recursos lingüísticos en oferta mediante los cuales es posible presentar una ideología, el carácter de licitud expresa que su discurso no viola reglas constitutivas del lenguaje. Considerando el lenguaje como un juego, se podría postular que las apuestas que hace el reverendo en la selección léxica no son fácilmente admitidas por el léxico restringido que manejan en general los medios de prensa (para ellos sí cabría no un uso ilícito del lenguaje sino un vocabulario inadmisible en sus páginas, por lo menos en los casos de Clarín y La Nación). Su discurso trasciende las normas y prescripciones propias de las crónicas periodísticas por un lado, y a su vez, posee niveles de generalidad que obstaculizan el intento del analista para asignarle coherencia (por lo menos, dentro del corpus que he podido recabar). La manera con la cual lo presenta Página 12, colocándolo en el terreno de la parodia, sí parecería estar exponiéndolo al juicio del lector que debería determinar su «ilicitud» o no. Un discurso al que desde los medios de comunicación se le pretende restar magnitud y consenso, corre el peligro de convertirse en un discurso marginal, ilícito dentro de las normas de convivencia consensuadas por la sociedad, no porque haga un uso ilegal del lenguaje sino porque amenaza los valores y los sistemas de creencias de la mayoría. En la construcción de la coherencia textual tomaré como criterio básico la referencialidad. Una vez reorganizado el discurso de Moon, determinando y distinguiendo los distintos temas de los cuales se ocupa, cada uno de ellos deberá contener una cierta continuidad de foco. La estructura global reflejará un orden de coherencia particular que he decidido asignarle en función del nivel de especificidad o generalidad con el que están tratados los temas. Hecha la salvedad de que la construcción de la coherencia, teóricamente, resulta ser una cuestión de graduaciones (ya que en definitiva, depende tanto de los sistemas de creencias subjetivos que cada individuo posee como de aquéllos que se comparten socialmente), paso a delinear un esquema que contiene las proposiciones más importantes del discurso: Doctrina particular de la secta: -Costumbres sexuales: la posesión de Dios (o Moon) de los órganos sexuales de los individuos. -Toma de conciencia de la unidad del cuerpo con las excrecencias del mismo equivalente a la unidad del hombre con Dios. -Expansión del mensaje del Reverendo. Defensa de la doctrina: -Estados Unidos: Nación atea, contraria a los deseos de Dios. -Cristianismo: Desmitificación de la figura de Jesucristo. -Apropiación de «la verdad». Inversión de lo que se considera culto herético para las religiones hegemónicas. El discurso en los medios En el caso de los acontecimientos políticos, los periódicos procuran obtener, o en su defecto, fabricar información que debe ajustarse a determinados esquemas en los cuales aparecen distintos códigos cuyo objetivo es guiar las estrategias de lectura de los individuos. Me estoy refiriendo a los titulares, los subtítulos, el establecimiento de los antecedentes y las posibles consecuencias de los hechos de los que trata la noticia con la implementación de frases o palabras claves, y por último, los comentarios, la evaluación y el pronóstico de lo que pueda suceder. El traslado de las actividades del reverendo Moon de las secciones de Información General a las de Política en todos los medios analizados provocó una modificación sustancial en el tratamiento de los hechos ya que, las pautas y códigos que rigen el análisis difieren radicalmente de una sección a la otra. Este desplazamiento señala la importancia que ha adquirido el crecimiento de la secta Moon, tanto en su potencial económico como en su número de adherentes; mucho más, si se considera la relevancia política de los líderes que mantienen negocios con ellos (sólo en los EE.UU., desde el ex-presidente Bush a influyentes senadores en ejercicio de sus funciones), cobrarán trascendencia las operaciones del reverendo en la región. Estos esquemas o estructuras que establecen los periódicos están ordenados en función de la importancia social que pueda llegar a alcanzar el acontecimiento, y tienen el poder de legitimar y reproducir la importancia que han decidido asignarle. Cada paso de la producción del discurso de la noticia es una manifestación de las prácticas ideológicas (que pueden ser la toma de determinada posición política o, en este caso, diferentes posturas que describiré ante el credo y/o las intenciones de Moon) en la que cada periódico se halla inmerso, aquéllas según las cuales se conduce a la hora de ofrecerle determinado espacio a la noticia dentro de las páginas que componen el diario. La influencia del discurso noticioso es entonces de naturaleza estructural: además de incidir en los conocimientos del mundo, influye en las estructuras globales, en los procedimientos de evaluación de la cognición social. Antes de analizar la estrategia empleada por cada periódico, considero oportuno remarcar la siguiente premisa: los medios que se suponen son de oposición al consenso general representan nada más que una disensión dentro del consenso corporativo en lo que respecta a un manejo concertado de los sistemas de creencias que subyacen a las nociones fundamentales de las representaciones sociales.
El caso de este periódico, hipotéticamente el más conservador de los tres, resulta particularmente trascendente, por la solicitada del semanario que se había negado a publicar. El enfrentamiento con el nuevo semanario antes de su propia aparición condicionó la estrategia que empleó el diario a la hora de referirse al evento.
Desarrollando los lineamientos de esta estrategia, la foto en color de la primera página actúa como un anuncio que circunscribe y supedita la importancia del acontecimiento al propio interés del diario, que se verá representado en la página donde tratan la presentación del semanario. Allí, la transformación a pasiva del mismo titular, colocando al semanario como paciente de la presentación y con el agente elidido (Moon), anticipa la extrategia general del relevamiento del acontecimiento en la cual se menciona a Bush la misma cantidad de veces que a Moon y en donde sí se transcriben pasajes del discurso del ex-presidente norteamericano sin hacer mención alguna acerca del discurso del reverendo.
Aplicaré por separado el modelo de Hodge y Kress a la aclaración y a la noticia en sí (sumadas las oraciones de la primera página). Comparando los resultados se podrán apreciar los distintos recursos lingüísticos empleados en cada espacio informativo, que obedecen precisamente a objetivos distintos pero que logran establecer una postura general que apunta a minimizar la importancia del crecimiento de la iglesia de Moon, desviando el foco de la información hacia distintas direcciones: en un caso, hacia la política editorial del diario; en el otro, hacia la figura de Bush.
El modelo transactivo que predomina es el agentivo en donde el sujeto es el motor de la acción. Se trata de un modelo que aporta relaciones sobre las formas deseables de conocimiento por la presencia de la relación causa-efecto en las acciones y procesos que describe. Si el agente nominal no es ambiguo, como sucede en este tipo de modelos, se permite una extensión benefactiva, que en el presente caso se concretará en extensiones negativas del proceder de
En el titular puede apreciarse una similitud estructural con la estrategia implementada por La Nación en lo que se refiere al propósito de dejar constancia del fracaso de convocatoria (la ausencia de representantes del Gobierno) en la presentación del semanario. Esto demuestra, en principio, que, más allá de la tendencia ideológica particular de cada periódico, la posición que adopta uno y otro medio puede variar en el espacio que se le ofrece a las actividades del grupo Moon mas no se diferencian a la hora de equiparar los significados que subyacen al tratamiento que se le concede al contenido de la información, ambos apuntan a una «estructura profunda» del acontecimiento semejante.
El diario otorga más espacio a los antecedentes y a las posibles repercusiones que al acontecimiento en sí (considero irrelevante la discrepancia con los otros periódicos acerca de la cantidad y el nivel de los invitados a la inauguración del semanario). En la crónica se reproducen las modalizaciones empleadas por los autores de los discursos que se parafrasean (estas de Bush, por ejemplo: «…Creo que es excelente…», «…Argentina debería incorporarse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte…»). A su vez, el diario ejerce y aplica una gramática de la modalidad propia; se practican numerosas transformaciones a pasiva («…fue encarcelado por evasión impositiva…», «….en el banquete ofrecido en el hotel Sheraton…», «…fue llevado a prisión en los EE.UU…»), nominalizaciones, acciones cuyos agentes están directamente elididos (se acude ostentosamente a la impersonalidad de las fuentes de información: «…Moon, se asegura, controla centenares de empresas editoriales…», ) y negaciones (se contabilizan 5 además de la del titular) cuya función específica es promover la impersonalidad y ocultar la actitud del periódico ante los acontecimientos. Esto provoca que aquellos procesos que son categorizados con juicios de valor por parte de los agentes participantes (tal es el caso de las citas de Bush y del reverendo Moon) se presenten en la crónica de lo relevado acerca de la inauguración del semanario, bajo la apariencia de procesos concluidos . La presentación negativa de la figura de Moon (hacia el final de la crónica vuelve a manifestarse la alusión a la retirada de los invitados ante su discurso, inclusive, se destaca con negritas el hecho de que el propio Bush ni lo mencionó en el suyo) puede funcionar como una evaluación ideológica del diario acerca de la decisión del gobierno de no enviar representantes al evento, y la evaluación, supuestamente positiva que efectúa el diario, subyace a las transformaciones y el modelo de la transactividad descripto.
Página 12
En los tres casos, según se puede demostrar mediante el espacio otorgado al evento y a la cantidad de cláusulas empleadas por cada diario, se le ha concedido un distinto nivel de importancia al discurso del reverendo Moon. Cada diario elaboró una estrategia general distinta que obedecen a focalizaciones disímiles que efectuó cada uno. La peligrosidad del discurso de Moon, el carácter extremo de su mesianismo, provoca o su censura o un trato irónico por parte de las editoriales de los diarios, que se ven obligadas a involucrarse ante el crecimiento de la secta.
Las diferencias entre las estrategias de cada periódico se encontrarán en la selección léxica y el rol que se les asigna a los participantes. Con respecto a los roles, mientras que La Nación y Clarín remarcan la ausencia de Menem al evento o sobreponen la figura de Bush como protagonista del mismo, provocando el desvío en la focalización del agente principal del evento, el reverendo Moon; Página 12 los coloca, por lo menos en un plano de igualdad dentro de la crónica, y si se considera la totalidad de la cobertura, el diario centraliza su atención en los antecedentes y los posibles propósitos de la presencia de Moon en la región, refiriéndose a la presencia de Bush en un tono anecdótico. La ausencia de Menem es considerada en los dos primeros diarios como positiva. Esta categorización señala otro rasgo que va delineando su estrategia general: el no otorgamiento de relevancia al discurso del reverendo, la demarcación del fracaso político del evento y por lo tanto, restarle importancia a las actividades de la secta, haciendo una vaga alusión a los antecedentes delictivos de Moon. Página 12 construye, por su parte, una estrategia inversa: remarca detalladamente las actividades y las conexiones de la secta con sectores de ultraderecha, le concede espacio a su discurso extremo, en una maniobra tendiente a desnudar sus supuestos aspectos coercitivos y descabellados (los expone bajo un título que connota una categorización negativa: «Reverendo Discurso») mediante su simple reproducción. Precisamente, al analizarlo desde una perspectiva dialectal, el léxico que selecciona Página 12 procura representar términos más corrientes y vulgares, o en su defecto, un lenguaje que se aleja del aceptado como convención para la confección de una crónica periodística hacia un género que pretende ser menos acartonado, más literario de cierta manera («…escotes más que generosos…», «…la infaltable peluca que saluda a cuanto famoso…», etc) que los que escogen Clarín y La Nación.
El discurso desde su exterioridad
Lo «público», en el ámbito de los medios de comunicación, generado con el propósito de coadyuvar cierta legitimación, funciona de acuerdo a determinadas estructuras que organizan la atención por temas, se empujan determinados temas en detrimento de otros por debajo del umbral de atención, se los sustrae de la opinión pública a algunos, se los impone a otros. De hecho, el suceso de la presencia del reverendo Moon en la Argentina y sus secuelas (aparte de la inauguración del semanario, no se brindó información acerca de la preparación y puesta a punto de una planta para fundar un diario a corto plazo, tampoco se mencionó la adquisición de dos amplios edificios en la zona de Puerto Madero y la compra de inmuebles en distintos barrios del Gran Buenos Aires para fundar iglesias) no ocupó en las páginas de los periódicos más espacio que el que se pudo rescatar como corpus para esta monografía. El día lunes ya no hubo mención alguna a las acciones de la secta a las que me he referido. Esta multiplicación de las actividades de la secta se debe a que sus líderes aprecian una crisis de legitimación (una represión evidente de los intereses generalizables) de los valores conformes al sistema y se sienten robustecidos para disputar y ganar espacios públicos por más que deban lidiar contra las estructuras tácitas que definen los temas relevantes.
De acuerdo a las condiciones de exterioridad, cada destinatario del discurso está colocado en la posición de sujeto ideológico, de modo tal que cada uno es llevado, sin darse cuenta de ello y teniendo la impresión de ejercer su libre voluntad, a ocupar su rol discursivo ligado a su status de futuro miembro de la secta. Esta anticipación por parte del productor del discurso de las representaciones de los receptores, su argumentación organizada en función de su hipótesis, constituirá la base sobre la cual desarrollará su estrategia que tenderá a asignarles un sistema de valores (entendidos como objetos o seres ideales que se usan para incitar a la acción) y creencias convenientes a su rol. Las «etapas individuales» de las que está constituido el discurso están reguladas por la estrategia del hablante que procura producir un efecto determinado de sumisión al sistema de creencias que plantea. La capacidad para interiorizar esos sistemas y llegar a dominarlos definirán la competencia general o ideológica del receptor. Si él es capaz de establecer las condiciones de compatibilidad entre los presupuestos y lo explícito del discurso entonces habrá cumplido con su rol, además de haberle asignado coherencia, rechace o no aquél sistema que se le pretende imponer.
Con el análisis efectuado espero haber mostrado el alcance para hallar regularidades que posee el modelo de la Lingüística Crítica. Los esquemas particulares a los que arribé permiten desentrañar los significados que puedan determinar distintas concepciones del mundo manifestadas en las producciones discursivas tratadas.
El modelo propuesto por la Lingüística Crítica que desarrollé en la primera parte corre el riesgo de circunscribir la discursividad a un análisis meramente logicista que exluye fundamentales componentes específicos del discurso (el contexto de sus acontecimientos, su serie y su regularidad, las condiciones de posibilidad sujetas a las significaciones propuestas). Los resultados de los análisis efectuados debieron ser contrastados con las condiciones de producción para verificar si las diferentes expresiones de una determinada posición ideológica que se dilucidó luego de depurar sus formas lingüísticas eran compatibles con el análisis efectuado desde la «exterioridad» del discurso. Espero haber reflejado el análisis del discurso religioso de Moon desde ambas perspectivas, y a su vez, el tratamiento que recibe el mismo en el ámbito público de los medios de comunicación.